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Etiopía

Balas para enfrentar el hambre y la rebelión

25 de agosto de 2016

La sequía, el hambre, políticas autoritarias, inconformidad social, etnias reprimidas crean en Etiopía un ambiente social conflictivo que el Gobierno intenta enfrentar a bala.

Superan los 400 etíopes muertos por la violencia de Estado que desde diciembre del 2015 se ejecuta en ese país africano, a raíz de la decisión gubernamental de ejecutar ciertas políticas que afectan al principal grupo étnico.

Adis Abeba, la capital etíope, se expandirá y para ello el gobierno decidió, en diciembre pasado, ocupar tierras cultivables que las ocupa la etnia Oromo, ese fue el origen del más reciente conflicto que en los últimos días ha cobrado 104 víctimas de las cuales 67 son habitantes de Oromía, la principal zona donde habitan los oromo, los restantes fallecieron en ciudades como Bair Dar, Amhara y Gondar habitadas por otras etnias como los Amhara, la segunda más importante, que también protesta junto con los Oromo para exigir el gobierno que cese su política de persecución, encarcelamiento y asesinato a los opositores.

Los Oromo iniciaron su lucha por la independencia de los territorios del sur de Etiopía que los consideran suyos. Ellos habrían creado el Frente de Liberación Oromo (FLO) que por décadas lucha por administrar independientemente sus territorios y que, a la vez, son víctimas de la violencia del Estado etíope.

Los oromo y los amhara, contados en decenas de miles, coinciden en salir a las calles para pedir reformas políticas y judiciales que han hecho de Etiopía un país reprimido, marginado y perseguido por las fuerzas oficiales que reprimieron a los manifestantes primero con bombas lacrimógenas y luego con balas reales, lo que ha generado la protesta mundial.

La expansión urbanística de Adis Abeba, con 27 millones de habitantes, conlleva importantes daños a la escuálida economía de los habitantes de la zona, pues, consideran que esas tierras son de las pocas capaces de ser cultivables. En un país azotado por la hambruna ocupar tierras cultivables para construir casas aparece, a todas luces, como inadecuado y podría ser interpretado como un mecanismo de ataque a la etnia oromo.

Etiopía es un país de 99 millones de habitantes de los cuales más de diez millones podrían morir de hambre si las políticas de riego, semillas, ganadería, trabajo agrícola no dan resultado, más todavía debido a que este año el Fenómeno del Niño ha golpeado con fuerza, aumentando la sequía lo que ha dado como resultado sembríos secos, animales famélicos y población en situación de riesgo por falta de alimentos.

El gobierno ha respondido solicitando ayuda internacional que no llega con la oportunidad y cantidad que se necesita, pero a su vez sin aceptar que la sequía que sufre vaya a tener consecuencias graves. Planea importar un millón de toneladas de alimento, pero en concreto los pocos alimentos que circulan están afectados por una fuerte inflación debido a su escasez.

Por el lado político, enfrenta la crisis ejecutando su Ley Antiterrorista que le permite el uso ilimitado de la fuerza, prisión de hasta cuatro meses, que generalmente incluye tortura.

Estos dos elementos, el separatismo y la hambruna van creando una serie de tensiones sociales que el Gobierno no las reconoce y, al contrario, sostiene que Etiopía es una isla de paz en medio de una zona conflictiva