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Agente imperialista en gira por América Latina

5 de julio de 2007

Lech Walesa, ex-presidente de Polonia (1990-1995) visitó Perú y, a propósito de esto, la prensa burguesa en el vecino país y en el nuestro destacó su “trayectoria y pensamiento”. Se ha recordado que organizó y dirigió el más grande sindicato obrero polaco llamado Solidaridad, surgido en los primeros años de la década de los ochenta para exigir reivindicaciones económicas y políticas a favor de los trabajadores ante el supuesto gobierno comunista de Polonia; mantuvo una buena relación con el papa Juan Pablo II, también polaco, todo lo cual abonó para alcanzar un reconocimiento del mundo capitalista y hacerse acreedor del Premio Nobel de la Paz en 1983.

En entrevistas de prensa a la par que fustigó a Fidel Castro y Hugo Chávez dijo: “el comunismo es una utopía que resulta ineficaz en todos los países del mundo y es contraria al espíritu humano”. Esta expresión grafica, de cuerpo entero, su pensamiento y acción profundamente reaccionarios y al servicio del sistema capitalista.

El vuelo y trascendencia que dan a “personajes” como estos, nos obliga recordar su papel desde la óptica de los pueblos y los revolucionarios. Para quien no recupera los hechos históricos parece un contrasentido que en los años setenta y ochenta del siglo anterior, cuando se supone regía en Polonia un régimen socialista, se haya configurado un poderoso sindicato de obreros que demandaba mejores salarios y el derecho a la libre sindicalización, imponiéndose y arrancando concesión tras concesión del gobierno.

Sin embargo, cabe precisar que en Polonia se vivía un total caos y anarquía; el revisionismo en el poder, debilitado y desprestigiado, sin un programa para sacar al país de la crisis, apremiado por las exigencias del aparato burocrático del partido y del gobierno que quería conservar sus privilegios, no sabía qué caminos seguir para salvarse; por un lado estaba el sindicato obrero Solidaridad y tras él la Iglesia Católica polaca y el Vaticano, así como la burguesía internacional marcando su característica profundamente reaccionaria, con la misión de empujar a Polonia hacia el occidente capitalista; y, por otro, su aliado el socialimperialismo soviético que presionaba y exigía en el afán de impedir que ese país se encamine en ese sentido, pues, se desbarataría la alianza militar revisionista conocida como el Pacto de Varsovia.

Por ende, Polonia, al igual que la entonces URSS y demás países de Europa del Este, hace rato que había encaminado sus pasos hacia la restauración capitalista, provocando un descalabro económico y una degradación política y social, que motivaron oleadas de inconformidad de su pueblo y, es en estas condiciones, que Lesh Walesa, se convierte en el instrumento idóneo del capitalismo para liderar un movimiento contra lo que al mundo le decían era socialismo.

Con esta hoja de vida se explica que la burguesía internacional haya movido sus hilos para otorgarle el premio Nobel de la Paz, al igual que luego lo hiciera con Mijail Gorbachov por su papel para lograr la restauración plena del capitalismo en la entonces Unión Soviética, con la tristemente célebre perestroika.